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Taller: ‘Cómo reducir (o eliminar) el uso de plásticos’

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Resumen del taller impartido por Ainhoa Pérez Garijo el pasado miércoles 15 de junio titulado ‘Cómo reducir (o eliminar) el uso de plásticos en nuestra vida diaria’.

Por María Martí, vocal de Comunicación de la AMPA.

Calor aplastante. Bebo de una botella térmica, no es de plástico, bueno, el tapón sí. Me refresco las manos, me pongo crema que viene en un tubo de plástico. Recuerdo el último ‘Lego’ que ha entrado en casa, hace 2 días… Escucho a Ainhoa y empiezo a hacer un repaso mental de todo el plástico que me rodea y del que yo me he rodeado inconscientemente porque es inevitable, ¿no?

Es abrumador. Todo lleva plástico. Nos cuenta que apenas el 9 % del plástico llega a reciclarse. Entonces creemos que reciclamos y es una ilusión, un deseo casi infantil en el que metes tus plásticos en una bolsa y el 90 % de todo eso NO se puede reciclar. Un tetrabrick NO se recicla. En serio.

Cito a Ainhoa textualmente: “Además, en el proceso de reciclaje, el plástico pierde calidad, dando lugar a productos de menor valor o no reciclables, lo que significa que el proceso solo retrasa el inevitable viaje del plástico al vertedero.

Taller plásticos

Por otro lado, el proceso de reciclaje es enormemente contaminante y en muchas ocasiones el plástico se exporta a países en vías de desarrollo, donde la falta de infraestructura y regulaciones hace imposible el manejo de la afluencia de basura de fuentes nacionales y extranjeras. Así, los plásticos que no pueden ser reciclados muchas veces terminan en el medio ambiente y, desde ahí, llegan al mar.”

¿Y nuestra salud?

Visualizo la galleta que va en una bolsa, donde se separa de otras galletas que también van envueltas. Un montón de comida envasada en sus plásticos. No quiero pensar mucho de qué está hecho el plástico y qué se desprende de él… pero nos lo tiene que contar… El plástico se produce a partir de combustibles fósiles (petróleo y gas) y sustancias químicas (muchas de ellas tóxicas). Al plástico se le añaden otros agentes químicos que mejoran sus propiedades pero se liberan a la comida que entra en nuestro organismo. Está demostrado lo perjudiciales que son estas sustancias, de hecho el 100 % de los plásticos contienen disruptores endocrinos y pueden producir infertilidad, trastornos del sistema inmunológico, cáncer, etc.

¿Y si vamos dando pasos y le decimos al charcutero del barrio que nos ponga mejor el jamón en el envase que traemos de casa en lugar de en el envase de plástico?

¿Y si rechazamos la bolsa que envuelve la fruta? Es fácil pegar el precio en la propia fruta si la compras en el súper, en la frutería sólo tienes que evitar meter la fruta y verdura en bolsas.

¿Y si hacemos una red de intercambio de información sobre dónde comprar a granel?

La conciencia es una luz que esta tarde ha iluminado un gigantesco problema del que parece que poco se puede hacer sobre todo si pretendemos pasar de casi cero a cien. Pero no es cierto, sí podemos hacer, sí podemos elegir cómo queremos consumir.

Es hacer un click en la mente, quizás como dice Anne-Marie Bonneau :

“We don’t need a handful of people doing zero waste perfectly. We need millions of people doing it imperfectly. (No necesitamos un puñado de gente que haga residuos cero a la perfección. Necesitamos millones de personas haciéndolo imperfecto)».

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